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Toda la semana |EN TIEMPOS DE BOLSILLOS FLACOS Y RUTINAS FRENÉTICAS

Cuando la pareja no va más: los desafíos de madres platenses

Bárbara y María Emilia son dos mamás de la Ciudad que cuentan experiencias que se asemejan más al tipo de familia monoparental. Además, la palabra de una especialista en derecho

Cuando la pareja no va más: los desafíos de madres platenses

Por más que se diga que el papá está presente, son ellas las que ponen cuerpo, cabeza y tiempo en medio de rutinas agobiantes / Web

David Ayarde

5 de Noviembre de 2023 | 07:54
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La decisión de conformar una familia aparece por lo general ligada al imaginario de la estructura tradicional de madre, padre, hijos, pero en el andar de la vida, por una causa u otra, el proyecto de la pareja puede desmoronarse o virar hacia otros rumbos y entonces el desafío pasa a ser otro: ¿cómo criar a los niños cuando ya no va más?

Hay casos en los que, más allá de la separación, el cuidado pleno es compartido, pero son los menos, entonces en la crianza comienza a prevalecer la figura de uno solo, habitualmente, la madre.

Bárbara y María Emilia son dos mamás de La Plata que cuentan experiencias que se asemejan más al tipo de familia monoparental. Por más que se diga que el papá está presente, son ellas las que ponen cuerpo, cabeza y tiempo en medio de rutinas agobiantes, del ajetreo de las responsabilidades cotidianas y de bolsillos flacos que rara vez llegan a fin de mes. Y otro aspecto evidente, y que persiste desde épocas lejanas, es la presencia de padres casi “a reglamento”.

Con 31 años, Bárbara es cabeza de una familia compuesta por sus nenes de 8 y 11 de padres distintos. Su rutina es electrizante. Viaja a diario del Parque Castelli a City Bell, en micro, donde trabaja como cajera de supermercado. Entre el ida y vuelta, el r pendiente de lo que pasa con los chicos y los quehaceres del Su estrategia para evitar sobresaltos consiste en adelantar algunas tareas para el día siguiente. “Todas las mañanas trato de dejarles el desayuno hecho, a lo sumo que usen la pava eléctrica, y la noche anterior ya dejo preparado el uniforme del colegio, dejo todo limpio y la comida hecha. Encima el más grande tiene una dieta de la nutricionista por un tema de salud. Al otro día nos levantamos temprano los tres, los dejo en la escuela y a las 10 me voy a trabajar. Regreso a las 16 y me ocupo de ellos.

También van a fútbol y en ese aspecto me divido con los padres para llevarlos”, dice. Su papá es clave para alivianar esas cargas –cuenta-, “porque me ayuda un montón con esas cosas” y también es importante que “el más grande a su vez es más independiente” y que junto con el hermano aprendieron temprano algunas responsabilidades de la casa: “Veremos cuando sean adolescentes porque en esa etapa siempre nos volvemos más vagos”.

La abogada platense Griselda Deluca, especialista en derecho de familia / Web

María Emilia, de 35 años, vive en La Loma con su nena de 8 y su nene de 12, también de padres diferentes. Asegura que eligió criarlos sola aunque mantiene una relación no cotidiana con el papá de la chiquita. A la par, reparte el tiempo en sus tres empleos: atención al público en una casa de cambio, en el Estado y como peinadora. Esa vorágine diaria le exige estar al ciento por ciento: “Los nenes están toda la semana conmigo, sólo fin de semana por medio van con los padres. Lavo ropa, cocino, limpio, y los fines de semana corto el pasto y hago esas tareas más pesadas”, señala.

LA CUOTA ALIMENTARIA BAJO LA LUPA

Ambas mujeres no soslayan que, si bien los padres “están”, la crianza en el día a día la llevan solas. En realidad, la presencia de los papás aparece más “a reglamento”, a no ser que se lo pidan ante una situación insalvable. La cuestión económica y algunas responsabilidades que van más allá de lo afectivo por el lado de los papás, son cuestiones todos los días bajo la lupa.

En ocasiones, cuando es necesario, aparece el “aguante” incondicional de los abuelos maternos de los niños y algún apoyo en terapia. “Los nenes van a un colegio privado en el turno tarde. Por lo general los padres los llevan los días jueves que están con ellos. También los ven domingo por medio. Pero mayormente me organizo con mi papá que me hace todo más fácil en cuanto a la rutina”, remarca Bárbara.

Sobre alimentos, afirma que “sinceramente, lo que me pasan los padres monetariamente quedó en el 2020” y plantea que “es necesario que aumenten la cuota alimentaria”. “Con el papá del más chico tuvimos una audiencia y estamos en apenas 6 mil pesos por mes, lo cual no alcanza para nada, sólo para darle algo para el recreo en el colegio. Con la cuota de la escuela vamos mitad y mitad y lo mismo con una parte de la cuota de la obra social, aunque a mí me descuentan además del recibo de sueldo”, expresa.

La crianza y la convivencia familiar van de la mano / Web

Esa desigualdad económica se achica con el padre del más grande: “Como tiene trabajo en blanco aporta un poco más, está pactado, ya se sabe”. A su vez los nenes perciben la asignación del Estado. Al respecto, explica que “se evalúa por los dos padres: padre y madre en blanco son 2 mil pesos y 5 mil por el más chiquito, es decir, 7 mil por ambos”.

María Emilia comenta que “si bien con el papá de la nena hay una mejor relación que con el del nene, trabaja en negro por 100 mil pesos mensuales y vive en un monoambiente, es decir que desde lo económico la banco sola, banco todo yo”. “En cuanto al nene, sí, el padre está en blanco y me actualizaron la cuota de alimento. Como no me pasaba dinero, se aclaró con el juez y tiene que destinar el 20 por ciento del sueldo”, detalla.

 

Por una causa u otra, el proyecto de la pareja puede desmoronarse o virar hacia otros rumbos

 

Sin embargo, la madre sabe mejor que nadie que los gastos cotidianos de los chicos superan por donde se mire las cifras pactadas en los tribunales. “Las ‘ayudas extras’ es un tema que el padre no lo tiene resuelto. Ese monto que pasa es una cuota alimentaria, pero no incluye ropa, cumpleaños y circunstancias de ese tipo, entonces tengo que hacer magia”, resalta. “Por suerte no alquilo y tengo un buen trabajo. Podemos con los nenes, a veces, salir a merendar y comer algo”, destaca con algo de alivio.

HAY QUE ORGANIZARSE: “SI BANCO TODO YO, DECIDO YO”

La crianza y la convivencia familiar van de la mano y en ese sentido Bárbara reflexiona que “estoy muy contenta con mis hijos, no me puedo quejar de ellos”. “El más grande es más responsable y a veces un poco introvertido, pero es divino. Y el más chiquito en plena pandemia, con 4 años, tendía a ser más relajado pero es excelente. Ir a fútbol le hace bien y la verdad es que en ese asunto el padre le presta más atención.

Pero los padres no están detrás de ellos, estoy yo”, aclara. Más allá de algunos aspectos adversos, celebra que “ellos entienden un montón las situaciones, los momentos, son bastante empáticos desde ese lado, siempre escuchan a las personas, a mí, a sus compañeritos en la escuela, uno de ellos incluso tiene un amigo con autismo y lo acompaña, son los valores que van aprendiendo”. “La relación con los padres es estresante. Pero cuando les pasa algo a los nenes les comento, trato de que estén al tanto, y si les pido, ellos están”, afirma.

María Emilia considera que, al ser el motor de la familia y ver a sus hijos crecer a su lado, “decido yo cómo los tengo que criar”. “Como están todo el día conmigo, los llevo al colegio, hago la comida, los acompaño si tienen que ir al médico (porque las libretas las tengo en mi casa) tengo que organizar y disponer los horarios de visitas de los tres. Es natural planificar la semana, si no sería imposible”, analiza. Ante la vorágine laboral, dice que “si un día tengo que peinar o tengo turno con el médico, levanto el tubo y llamo a los padres, aunque también mi mamá siempre está dando una mano”.

 

Hay casos en los que el cuidado pleno es compartido, pero son los menos

 

“Si les pido, puedo contar con ellos en esos casos, sobre todo con el papá de la nena, no tanto con el del más grande. Es un tema que tuve que hablar con la psicóloga”, recuerda. Para ella la batalla que la familia da en el cotidiano, tiene sus frutos: “Estoy contenta con la crianza de mis hijos, viene bien, por suerte, más allá de cualquier inconveniente, que puede surgir en todo momento”.

LA PRESENCIA PATERNA DESDE LO LEGAL

La abogada platense Griselda Deluca, especialista en derecho de familia, analiza que puede existir un cariz cultural en el hecho de que, por lo general, la crianza de los hijos queda a cargo de la madre. “Es lo que ocurre en La Plata y se sabe que el 80 por ciento de los tiempos de los chicos lo ocupa la persona que está a cargo, que suele ser la madre”, explica la letrada.

“Cuando el chico se enferma y hay que salir rápido al consultorio, o si se pide una reunión de padres de último momento en la escuela, por lo general está la persona que convive con ellos”, añade.

La profesional remarca que en situaciones de escasa ausencia de uno de los progenitores, el reclamo jurídico pasa por la cuota alimentaria y por el régimen de visita: “Podemos acordar un régimen de contacto y si el progenitor no lo va a ver la ley puede insistir, ahora no obliga a que él quiera a una persona, entonces el recurso legal es relativo, no es 100 por ciento efectivo en la práctica”, plantea.

En el mediano plazo, estima, “esas obligaciones que se le puede generar al progenitor cuando no se da voluntariamente, no influye por más sentencia que vos tengas. En estos casos, si al señor no le sale de sí ir a ver a su hijo, es probable que deje de verlo más allá del fallo judicial”. “Entonces se produce una situación compleja. Tal vez se puede apuntar a una cuota alimentaria más alta, que va según el sueldo, las necesidades del chico y los tiempos a cada uno”, sostiene. Pero agrega que “no se puede exigir a un padre con un sueldo de 200 mil pesos, una cuota de 100 mil”.

A partir de la experiencia con clientas de La Plata, desliza que “por ejemplo, si un marido o una pareja que cobra 300, al momento de la ruptura mantener el nivel de vida de los chicos es imposible, porque vas a contar con la mitad del ingreso, entonces ahí es cuando la madre”, aún si los chicos perciben alimentos, “sale a trabajar cada vez más para cubrir las necesidades”.

Es un momento, observa, en el que “se vuelve todo más caótico porque son múltiples compromisos de la madre”. “Se acotan los tiempos de la crianza, pagar el alquiler se vuelve más pesado y aparece la ayuda de los abuelos o las abuelas”, enumera. Por otro lado, rescata el aspecto de que “actualmente la presencia de los padres es mayor que en otros tiempos, antes era más difícil y ahora hay padres que acompañan más con la crianza, eso es muy importante para los chicos”.

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