Laberinto

El guión es gracioso. Con los personajes entrando y salindo por diversas puertas, una obra de Darío Vittori en "Teatro como en el teatro" del viejo Canal 9. Trata sobre las desventuras de un montón de políticos. Los que gobiernan terminan peleados entre sí, pero con su líder pidiendo la unidad que no buscó cuando fue presidente tres años antes. En sus decisiones falló casi siempre, al punto de jugar un número y que le saliera una letra (aunque, justo es reconocerlo, él no es el de la timba). Como a cualquier argentino en los últimos 4 años, se le fue agotando el colchoncito (aunque se trate de puntos y no de dólares) y como el que mandó en los últimos cuatro años en el país, reclamó una oprtunidad más. Nada menos que Diego Maradona fue el paraguas protector, Dios de la pelota inmaculada, Santo Patrono de la puteada callada y del silbido a mitad de camino en plena campaña de descenso. 

Pero hay más actores, porque durante meses se juntaron porque había elecciones y como ahora sí nadie puede solo, había que juntarse, no fuera cosa que unos secos conviertan al club en Luna de Avellaneda (frase que demuestra que nadie vio la película, porque al club lo desaparece un garca de traje italiano). Igual charlaron ("vas vos de 1, yo de 2, él de 3, no, el de 2, entonces yo de 1") hasta que todos se fueron enojando porque el renunciamiento histórico de hoy era a la semana "quiero seguir de presidente" mientras que otro candidato decia "yo de 1 y el fútbol es tuyo" y más de uno afuera se sentía San Perón esperando que lo fuesen a buscar en un soñado (por muchos) 17 de octubre tripero.

Al que manda y está acostumbrado a mandar se le rebeló la granja y 22 dirigentes dijeron "no va más". Sin margen de maniobra, sin gente para armar una lista, vio como la elección era entre otros, los que al menos se animaban. Un jueves negro, al grito de "Unidad, Unidad", porque el DT así lo quería, hubo lista única, se bajó el principal candidato, después se subió de nuevo y por último consensuaron en que "mejor otro día" y las elecciones que eran en 48 horas se aplazaron tres semanas, ya sin el equipo en actividad y con ¿menor predicamento del DT? No way.

Entonces, de unidad no se habló más, porque había tiempo y el tiempo vale más que el dinero. Uno no quería y vio como se le bajaba gente por no ir a elecciones. Otro quería, pero no le daban demasiada cabida. El que no podía jugar se rehizo como un T 1000 de metal líquido y el juego empezó otra vez, pendiente de que la pelotita entre, aunque no había entrado en el clásico, ni en otros partidos, ni la botonera de Superliga había funcionado demasiado (un penal en un 2-0 no aporta, decora y de penales y expulsiones en contra, mejor no hablar). Aún así, los dos candidatos ante una segunda oportunidad salieron en busca de refuerzos y les pasó lo mismo que a Gimnasia: no encontraron nada. Entonces, una alianza se frustró por empleados de marketing y fútbol juvenil y la otra porque el que siempre tuvo lista propia quería decidir, aunque sus nombres no deslumbraran a quienes habían recuperado la manija. Entonces, en una alianza frustrada, el candidato siguió adelante con sus soldados más fieles y los de afuera se miraron, y mientras un grupo dijo "basta, a casa", otro grupo pensó que al final no decidir en tres años no estaba tan mal y regresaron al hogar. Y del otro lado, el líder cada vez más fuerte, sumó a quienes hablan su mismo idioma desde la fortaleza de los números y se arriesga a que los 400 votos que lo hicieron ganar ahora lo hagan perder. Son decisiones, dicen...

Y ahora, cuando está todo definido y el que estaba afuera tiene la chance de ser electo, ya no se habla de Unidad. Que sí, que es un garrón, que es un fracaso de muchos, pero que diablos, cuando eran dos listas la unidad era imprescindible y ahora que son 3 listas nadie dice agua va y la Unidad dejó de ser Maradona porque Maradona no es traidor y no se va a sentar con nadie y solamente sigue con su presidente. Entonces, dos triperos pasan a ser casi la yunta de enfrente porque quieren que los elijan y no son pocos los que ahora sí le venden el alma al Diablo (que se llama Cristian) después de eones despotricando contra los gerenciamientos y las SAD. Y tres años de pifies y pifies se licuan porque "quien va a venir a este equipo casi descendido", mientras los candidatos se quedaron con su gente y con la necesidad de defender su votos (pocos o muchos) porque el club está a un paso del precipicio y las soluciones las traen quienes cual gallito ciego llevaron a Gimnasia a pararse frente al Gran Cañón del Colorado en forma de descenso o quiebra. O ambos, porque la gestión es muy linda pero se necesita plata, aunque la plata sin gestión trajo al Lobo hasta acá. Y acá es creer que todo se solucionó por ganarle a los suplentes de Central Córdoba el primer partido del torneo en el Bosque.

Ojalá fuera un guión. Darío Vittori era un tano gracioso. La realidad de Gimnasia no le roba una sonrisa a nadie. A pesar de Dios nuestro Señor, todopoderoso con la 10 en la espalda pero sin superpoderes en un banco de suplentes. Que ojalá se quede: le hace bien a Gimnasia y Gimnasia le hace mejor todavía a él. ¿A cualquier precio?

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