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Vehículos |Qué lo hizo tan especial y por qué dejó una huella

El W 116 cumple 50 años: de costa a costa en el primer Mercedes Clase S

Usada durante años por monarcas, cancilleres y directores ejecutivos, esta berlina de lujo “celebró” su legado con un viaje muy especial por Estados Unidos, que arrancó en San Francisco y terminó en Nueva York

El W 116 cumple 50 años: de costa a costa en el primer Mercedes Clase S

En Chappelle, en el estado de Nebraska, un mural da la bienvenida e informa que se sigue en el camino correcto para atravesar de costa a costa Estados Unidos / Thomas Geiger / dpa

13 de Enero de 2023 | 02:26
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Desde San Francisco, en el oeste de Estados Unidos, a Nueva York en el este: qué mejor ruta para celebrar el 50 aniversario del W 116, el primer Clase S de Mercedes-Benz. El recorrido transcurre por la autopista Lincoln Highway, que lleva el nombre del 16º presidente de Estados Unidos y hace juego con la “carroza oficial” por excelencia de los años 70.

Después de todo, la berlina de lujo, de la que se construyeron 473.035 unidades entre 1972 y 1980, no solo era la primera opción para cancilleres, monarcas y directores ejecutivos, sino también la favorita de la élite estadounidense.

La ruta que recorre el Mercedes 450 SEL, perteneciente al centro de clásicos Mercedes Classic Center USA, atraviesa 14 estados a lo largo de más de 5.300 kilómetros.

EL DEBUT

El W 116 debutó en el Salón del Automóvil de París en octubre de 1972. Mucho antes de que existiera un Serie 7 en BMW y un A8 en Audi, el lujoso sedán de aspecto sobrio y, a pesar de sus 4,96 metros, comparativamente afiligranado, fue el primer y único coche de Alemania que podía igualar a Bentley y Rolls-Royce en fama y prestigio.

Técnicamente se consideraba además muy superior a los modelos británicos. En ocasión de su estreno, la prensa lo celebró como “el mejor coche del mundo”, y, según Peter Becker, portavoz de Mercedes, la “Clase S” es hoy “sinónimo internacional de coches de gama alta y de lujo”.

“UNA FORTALEZA”

El 450 SEL de color azul fue entregado en 1979 y ya ha recorrido 400.000 kilómetros. El hecho de que siga teniendo casi el mismo aspecto que el primer día no se debe solo al buen clima y a un cuidado esmerado. También resulta de un nivel de calidad que en aquel entonces aún era irrevocable, afirma Andreas Ignaz, especialista de la marca Mercedes: “Este Benz es una fortaleza, e imposible de demoler”, afirma.

El antiguo Clase S es un gigante: cómodos sillones en la fila delantera y un sofá en la parte trasera más bien propio de un salón, sobre todo en la versión estadounidense, que era diez centímetros más larga. Además, el emblemático modelo está equipado con todo lo bueno que ofrecía la época.

De camino hacia el este a través de California y Nevada, el sol matutino brilla a través del techo corredizo eléctrico, mientras que a partir del mediodía el aire acondicionado automático deja afuera el calor creciente. Las puertas se cierran de forma centralizada y las ventanillas funcionan eléctricamente.

El hecho de que toda esta tecnología vaya en detrimento del rendimiento y de que el aire enrarecido no ayude en el tramo que atraviesa las Montañas Rocosas en Utah, que se encuentran a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, no desmerece el viaje. En primer lugar, en las carreteras estadounidenses no se permiten más de 129 kilómetros por hora, y en segundo lugar, el vehículo ofrece suficiente potencia.

MOTOR V8

El motor, un clásico V8, funciona con seguridad y discreción. Con 165 kW/225 CV y 375 Nm de par motor, el Clase S avanza ágilmente, y Wyoming, Nebraska e Iowa pasan en rápida sucesión por delante del enorme parabrisas panorámico.

En el pasado, el buque insignia estaba en condiciones de acelerar de 0 a 100 km/h en 9,9 segundos, y la velocidad máxima llegaba a los 210 km/h. Pero aquí y ahora el lema es “viajar, no acelerar”. Porque la Lincoln Highway original sigue sin tener nada en común con las carreteras interestatales siempre rectas que, con sus ocho carriles, se extienden por todo el país anchas como pistas de aterrizaje.

El paseo por la Lincoln Highway atraviesa Illinois e Indiana. Y cuando una cadena montañosa baja interrumpe los interminables campos de maíz, comienzan a abundar las curvas. En ellas, el W 116 se muestra sorprendentemente ágil para un vehículo de este formato y sorprende con un radio de giro agradablemente corto.

Los días pasan, un estado le sucede al otro, el W 16 atraviesa varias zonas horarias y continúa siempre hacia el este. Cuatro días después, aparece la primera gran ciudad, Chicago. Pero, al igual que la autopista Lincoln Highway, el Mercedes da un rodeo a la metrópoli y rueda obstinadamente hacia Nueva York. Washington también queda atrás a la derecha. Sin embargo, una y otra vez se produce un encuentro cumbre entre la limusina y su padrino presidencial: hay estatuas de Lincoln por todas partes, por ejemplo en Dixon, Illinois.

La última parada antes del tramo final hacia Manhattan es Pittsburgh, en el estado de Pensilvania, donde el clásico roba fácilmente el protagonismo a la herrumbrosa “iron city” durante la hora pico.

Mientras que las fundiciones, los trenes de laminación y las fábricas de acero a lo largo de los ríos Allegheny y Monongahela hace tiempo que pasaron su mejor momento, el W 116 sigue estando a la altura de los tiempos, rodando por urbanizaciones donde algunas casas parecen tener menos espacio y menos comodidades que este coche.

Más adelante, la autopista Lincoln Highway pasa por la legendaria ciudad de Gettysburg y luego, a través del tráfico cada vez más denso, por la periferia de Filadelfia hacia el río Hudson. Ante la proximidad de la despedida, cunde cierta melancolía. Pero tras un primer vistazo a los rascacielos de Manhattan, el abatimiento desaparece. Este horizonte no soporta el mal humor, y menos a la hora del ocaso.

 

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En Chappelle, en el estado de Nebraska, un mural da la bienvenida e informa que se sigue en el camino correcto para atravesar de costa a costa Estados Unidos / Thomas Geiger / dpa

Los colores de Nueva York, a los que se agrega en primer plano el azul del Mercedes 450 SEL / Thomas Geiger / dpa

Los colores de Nueva York, a los que se agrega en primer plano el Mercedes 450 SEL / Thomas Geiger / dpa

“Viajar, no acelerar” es la consigna para atravesar los paisajes estadounidenses, en rutas que marcan una velocidad máxima de 129 km/h / Thomas Geiger / dpa

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