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Cuando llegue la vacuna, no matará únicamente al virus

Luis Varela

3 de Agosto de 2020 | 08:17

Si se revisa todo el espectro, los claros ganadores de este difícil momento son las posiciones refugio y las empresas especializadas en dar servicios a distancia, sobre todos las tecnológicas muy vinculadas a Internet, que le están sacando una gran parte de su tajada a los comercios normales, que siguen con persianas bajas, empleos en riesgo, y mucha desesperación.

Lo que más reina es el miedo, y en medio del temor empiezan a formarse niveles de cotizaciones en muchos casos incomprensibles, que ya se parecen bastante a una burbuja, con tamaños ya peligrosos, que pueden desvanecerse rápidamente si en algún momento llega la vacuna salvadora, que termine la plaga y logre que el mundo vuelva a retomar un nivel de actividad nuevamente normal.

Los refugios

De ese manera, posiciones refugio vienen reinando, sobre todo las que venían un poco olvidadas, o con riesgo de encontrarse con competencia difícil de enfrentar. De hecho, la gran ganadora de julio fue la onza de plata, que logró pegar en julio un salto del 34%, al pasar de US$ 18,20 a US$ 24,40, por lo que acaba de lograr su mejor precio de los últimos siete años.

El oro, que siempre convoca la atención de los más temerosos porque es un metal fácil de vender en caso de necesidad de conseguir dinero en efectivo, pudo subir casi 11% en julio, hasta su mejor precio de nunca jamás. Subió menos que la plata porque el metal amarillo ya viene subiendo fuerte desde 2015. Y con un precio tan alto como el actual (US$ 1.973 por onza), hay analistas que lo ven arriba de los 2.000 dólares pronto.

Una vez que pase la emergencia, los bancos centrales empezarán a recoger el dinero liberado para apagar los incendios, y la seducción de las tasas de interés, frente a un material sin renta como el oro, provoca que los que tengan lingotes o monedas en un cajón desensillen, y se pongan todos del lado vendedor. Algo que, más tarde o más temprano, va a suceder.

Otro sector que está claramente de fiesta son las criptomonedas. El bitcoin, el valor estrella de este grupo, que valía poco más de US$ 6.300 hace cuatro meses, cerró julio muy cerca de los US$ 11.400, logrando el mes pasado una suba del 24%. En este caso el sector se favorece porque estados en emergencia están pretendiendo ponerles impuestos a los ricos, y las grandes fortunas buscan ocultarse, y meterse en criptos es una salida posible. El riesgo en este caso es que no tienen renta, y que además enfrentarán una dura competencia, ya que China, Suecia, Facebook e incluso Estados Unidos, están por lanzar criptos, lo cual convierte a un sector en el que puede resultar muy fácil entrar, pero difícil salir, cuando la burbuja empiece a perder fuerza.

Después, por supuesto, tenemos en el centro del escenario los movimientos de monedas y el bailoteo de las cotizaciones bursátiles. Para apagar el incendio y evitar que la crisis sanitaria pase a ser una crisis financiera -con el agregado de tener que enfrentar una elección presidencial por delante- la Reserva Federal de Estados Unidos está regando el planeta con dólares, y eso hace que el billete verde pierda valor, a pesar de que otros bancos centrales de otros países también emiten, aunque no tanto como lo está haciendo la entidad que preside Jerome Powell.

El dólar y las demás Así, en lo que va de este año, el dólar cae fuerte contra las monedas más sólidas: pierde 5,5% contra el franco suizo, retrocede 4,7% contra el euro y se achica 2,5% contra el yen. Pero atención: casi todas las naciones están en recesión, todos siguen emitiendo moneda, y esta debilidad del dólar, ni bien aparezca la vacuna, puede hacer que la Fed suba las tasas de manera anticipada.

Por supuesto, en países con monedas débiles, el dólar se mantiene todavía con algún aire positivo: los inversores confían poco en los gobiernos de sus naciones y tener dólares garantiza la compra de lo que sea en tiempos de escasez. Dentro de esta realidad, Argentina se destaca como el país más débil de todos.

Así, mientras en promedio durante la última semana de julio, el precio del dólar bajó 1% en el mundo, en Argentina anotó una suba del 5,2%. Y si se mide todo julio la debilidad del peso es todavía más notoria: a lo largo de todo el mes pasado el dólar bajó 4% a nivel global, pero en Argentina subió nada menos que 9,6%.

Y eso considerando los anclados dólares oficiales, que son subidos en un lento crawling peg. El dólar MEP subió 6,7%, o sea más de siete puntos de diferencia en una semana y en todo julio pegó un salto del 21,6%. Y eso es tomando comparación con el dólar, que es una moneda que ahora está retrocediendo. Si se toma la relación del peso con cualquier otra moneda dura, las caídas son todavía mayores. Solo para dar un botón de muestra podemos decir que en la última semana de julio, el euro oficial subió 1,8% y el euro blue saltó 10%. Y en todo julio el euro oficial subió 7,8% y el euro blue pegó un brinco del 12,9%.

Considerando entonces que los ejes cartesianos principales que controlan al capitalismo desde hace cincuenta años (el dólar y el oro), las commodities también están bailando de lo lindo. Como lo que viene mandando por ahora es el coronavirus, y la obligación de estar en cuarentena, los niveles de actividad son reducidos, los movimientos se achican y el valor del petróleo no mejora todo lo esperado. En julio el barril subió menos de un dólar (1,8%) y su cotización pegará un salto ni bien la vacuna empiece a funcionar.

Otros que vienen resucitando, ya que lentamente las industrias van empezando a ponerse en marcha, son los metales básicos, insumos clave de ese sector. En julio el cobre subió 5,6%, el níquel mejoró 6,8% y el aluminio saltó 10,5%. Si la actividad regresa y el dólar sigue débil, las cotizaciones de este sector pueden levantar cabeza más de lo esperado.

Para mal de Argentina, los que subieron algo, pero poco, fueron los granos. En julio la soja subió apenas 1,5% en Chicago, porque Estados Unidos está en plena tensión con China, y los chinos están comprando en otros mercados. De ahí que la cotización promedio de todos los granos en Rosario repuntó 4% el mes pasado, con la soja brincando 12,4%, pero también con subas interesantes para el maíz y el trigo, que ganaron 5%.

Y detrás de todos las commodities y las monedas quedan las acciones y los bonos. En medio de tanto temor, en el mundo la cotización de los bonos ganó mucho precio contado a lo largo de todo julio, con subas del orden del 4%. De ese modo, la tasa a 10 años (inversa al precio contado) bajó de 2,34 a 2,04% anual. La compra de bonos como posición refugio fue tan grande que hay títulos estatales de algunos países que tienen tasa negativa, como Suiza, Alemania, Holanda y Francia. La tasa a 10 años de EE.UU. o Canadá danza en la zona del 0,5% anual. Y en América Latina ya hablamos de tasa largas que van del 4% al 7% anual.

Y, por supuesto, fuera de toda lógica, está el caso de Argentina, que está en default y sus papeles están con precios contado en el suelo y tasas a vencimiento, que si se cumplieran, están en la estratósfera de más del 18% anual. Como el país está en plena negociación con la deuda, la chance de que haya un acuerdo podría llevar a los papeles nacionales a rendir entre 10% y 12%, lo cual significaría una suba contado muy importante.

Lo cierto es que entre marzo y junio los bonos venían subiendo a un vertiginoso ritmo del 2,4% anual. Y en la última semana de julio el aumento fue de sólo 0,8%. Estamos cerca, de un acuerdo o de un no acuerdo, y después de eso empieza otra película.

Tasas y acciones

Si la vacuna llega a aparecer y la actividad vuelve, Alberto Fernández se verá en problemas muy serios. La cantidad de pesos que emitió fue gigantesca. El BCRA está alfombrado con Leliq, todo buscará un equilibrio y la devaluación del peso será irrefrenable, sobre todo en los canales oficiales. Por eso a partir de hoy el Gobierno cometerá un sacrilegio: Miguel Pesce realizará la cuarta suba de tasas de interés en apenas noventa días. Pasó los plazos fijos del 14% a 26% anual en abril, luego de 26% a 27% en los primeros días de mayo, después de 27% a 30% a fines de mayo y desde hoy las sube de 30% a 33%, con el BCRA aclarando todo el tiempo que esos valores son nominales ya que los efectivos son más altos, para ver si convence a los ahorristas de quedarse en pesos, con una inflación que empieza a levantar vuelo.

Y donde más volatilidad y diferencia se está viendo, obviamente, es en las mayores inversiones de riesgo que son las acciones. Por ahora ganan las tecnológicas, vinculadas al comercio de larga distancia, y pierden las empresas tradicionales. Por eso, increíblemente, en lo que va de este año el índice Nasdaq de la Bolsa de Nueva York vuela con una suba del 20%, mientras que los elefantes que cotizan en el índice industrial Dow Jones cae en siete meses de 2020 exactamente un 7%. O sea ambos índices tienen 27 puntos de diferencia.

Con los últimos rebrotes del Covid-19, las tecnológicas volvieron a tomar impulso. La semana pasada el Nasdaq subió 3,7%, mientras que el Dow bajó 0,2%, con caídas del 4,1% en Frankfurt y del 4,6% en Tokio. La Bolsa argentina, colgada de la esperada noticia de acuerdo por la deuda, pudo sostenerse: el Merval tuvo subas que fueron del 1% al 3%, según el tipo de cambio que se utilice.

Con todo, a lo largo del acumulado de todo julio, la Bolsa de Buenos Aires fue la mejor de todas con subas en dólares superiores al 18%. Mientras que otras Bolsas también estuvieron en alza: San Pablo ganó 17%, el Nasdaq 13%, Frankfurt 6%, el Dow 4% y Tokio bajó casi 1%. Con muchas empresas cotizando en valores de burbuja, los especialistas empiezan a calcular: cuando llegue la vacuna habrá una gran fiesta, pero también una nueva realidad.

***

Dólar débil: una posible buena noticia para la economía argentina

Durante julio el dólar retrocedió en promedio 4,4% contra una canasta de monedas y fue su peor mes en una década. El euro subió más del 5% y el yen tuvo una revaluación superior al 2% contra el dólar el mes pasado. ¿Seguirá el retroceso? Para los analistas de Goldman Sachs, el euro seguirá avanzando y ese movimiento no debería sorprender porque está recuperando el terreno que perdió frente al dólar en los últimos años, pero sí sorprendió la velocidad que adquirió durante julio. La decisión de la Fed de bajar la tasa y un desempeño de la economía estadounidense similar al europeo, hicieron que se redujera la ventaja del dólar frente al euro, y como ninguno de esos datos se va a modificar en el corto plazo, no hay motivos para que la tendencia de las cotizaciones vaya a modificarse sustancialmente. Además, se estima que la recuperación de la zona euro será más intensa y, en ese contexto, muchos analistas estiman que el euro podría subir hasta 1,20.

Pero de estos movimientos coyunturales en las cotizaciones no puede deducirse que la preeminencia global del dólar esté en riesgo porque seguirá siendo la moneda dominante en las transacciones comerciales y en la que los otros países constituirán la mayoría de sus reservas. Además, las otras monedas también pueden enfrentar situaciones complejas, como en el caso del euro que puede ser víctima de las diferencias entre los países que sólo parecen aflojar frente a situaciones críticas como la actual. Por otra parte, la incertidumbre en torno al resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el mal manejo de la pandemia que hizo el Gobierno de Donald Trump, tampoco ayudan en este momento a sostener al dólar. Un dólar más débil es una buena noticia para Argentina porque implica que los precios de las commodities se sostendrán y, por otra parte, sus ciclos alcistas provocaron devaluaciones bruscas del peso, como ocurrió, para tomar el ejemplo más reciente, a partir de abril de 2018.

Un dólar estable es consecuencia, en parte, de tasas de interés bajas y ese es otro dato que puede favorecer a la economía argentina en la pospandemia. Está claro que para aprovechar ese contexto Argentina deberá tomar medidas, porque a pesar de su debilidad global, el dólar subió con fuerza contra el peso en las últimas semanas.

 

(*) Opinión publicada en eleconomista.com.ar

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