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¡Extra!¡Extra!¡Canillitas!

El mote que los identificó para siempre tuvo su origen en la corta edad de quienes ejercieron por primera vez el servicial oficio de reunir las esquinas de la ciudad de Buenos Aires con las alas de su mercancía efímera, renovada, indispensable. Y a sus “canillas” flacas descubiertas por el pantalón corto. 

¡Extra!¡Extra!¡Canillitas!

CANILLITAS DE EL DIA / ARCHIVO DIARIO EL DIA

Marcos Cantasano

7 de Noviembre de 2019 | 13:49

Florencio Sánchez, el dramaturgo mayor del Río de la Plata, llamó con ese nombre al protagonista de la pieza “Canillita”, estrenada por Jerónimo Podestá, en 1904 y que fue escrita en Rosario. Claro está que los canillitas no eran sólo niños escuálidos y pálidos azotados por el viento, siempre corriendo desde la noche al amanecer. Era el canillita quien leía a gritos los títulos de la noticia redactada para ser leída en paz y en silencio.

 

 

Todos los 7 de Noviembre, los canillitas rememoran a su bautista, Florencio Sánchez que intentó la búsqueda de una sociedad ideal, con una concepción casi nihilista de la vida y de las cosas, y arremetió contra sus detractores y contra los prejuicios de una época que tuvo en él a su más feroz descuartizador.

 

 

Esas piezas consagraron a Sánchez como un pintor fiel de un Buenos Aires geográfico que ya no existe. Pocos, quizá ninguno, se atrevieron a retratar ese Buenos Aires con tanta bronca y con tanta prolijidad. Esa bronca sana, que destila en sus diálogos amargos, en la protesta muda, en la miseria vista o implícita, en el dolor de una ciudad por un estilo de vida común que se derrumba y se desliza barranca abajo, casi en familia.

 

Tenía 35 años cuando la tuberculosis lo derrumbó inexorablemente en el Hospital Fate Bene Fratelli, de Milán, el último punto de un autodefensivo e inútil viaje a Suiza para tratar de recomponer su salud. 45 días en Europa, bolsillos flacos, pedidos urgentes de dinero, angustias largas y penas que se agrandan, ponen el epílogo a un viaje a Suiza que nunca fue. Ese Florencio Sánchez también debe ser evocado por todos y no sólo por sus canillitas.

 

LA PRIMERA CANILLITA

 

Había nacido allá por 1850 en el barrio de San Telmo. Era hija del general Olayo Elías, pero ella tuvo un destino oscuro aunque luminoso por su inmensa bondad. Su nombre: María Honoria Elías de Isola, se la conocía como la China María. Lo cierto es que en los primeros años del siglo XX se la veía diariamente en el café Fuentes, todos acudían a comprarle, oficinistas, obreros y hasta presidentes. Porque elle le vendió el diario a muchos presidentes.

 

 

Eran tiempos en que Roca, Victorino de la Plaza, Figueroa Alcorta, Quintana y hasta Hipólito Irigoyen, el último presidente que le vendió, llegaban a la Casa Rosada a pie o en “coche de caballos”. Se había iniciado como canillita en los Corrales Viejos, entre el barro. Era el despertador de los vecinos con sus pregones tempraneros. Luego pasó a la esquina de Entre Ríos e Independencia como una avanzada hacía lo que sería su último puesto, es decir, frente a la Casa de Gobierno, a la Plaza de Mayo, donde los diarios le quedaban más a mano.

 

Dormía en el umbral de las imprentas para ser de las primeras en recoger su mercadería, hiciera calor o frío. No importaba. Su orgullo de salir pregonando las noticias antes que nadie le hacía olvidar la inclemencia del tiempo. Porque ella, como el buen periodista, sentía intimamente la primicia.

 

Los canillitas esos personajes tan bien pintados por Florencio, esos pibes carentes de hogar, tenían en la China María una madre, un padre. Tenía cuatro hijos, enviudó en 1922. En 1934, a sus 84 años, gravemente enferma y después de una operación, falleció en un hospital. Ejerció su oficio con verdadero amor y le prestó su voz a la calle, a la ciudad que se transformaba lentamente en urbe gigantesca.

 

La figura del canillita ha venido con el curso del tiempo a crear una imagen estereotipada, que sin lugar a dudas puede ser un símbolo representativo del esfuerzo laboral, de la energía productiva y de la tenacidad creadora del hombre. Sin la imagen del canillita no estaría representada la verdadera sociedad. En su tarea anónima de vender las noticias y difundir la cultura está su verdadero nombre y esto es muy, pero muy importante.¡EXTRA!¡EXTRA!

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Desde el 2 de Marzo de 1884, fecha fundacional del Diario El Día y hasta la actualidad, funciona uno de los archivos más importantes de la Ciudad de La Plata.
En miles de hojas quedaron impregnados los hechos que fueron formando la opinión de la sociedad. Desde este espacio trataremos de abordar y rescatar, desde los más recónditos espacios del archivo, anécdotas, fotografías y noticias que han sido del pasado.

No olvidemos... Un archivo reconstruye la memoria de un pueblo.

Marcos Cantasano
Responsable del Archivo del Diario El Día

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